Udjat ó el Ojo de Horus, símbolo protector, existen dos clases de ojos, el ojo derecho y el izquierdo, el derecho es blanco y representación al sol y el otro es negro y representa a la luna, el ojo que mas conocemos es el derecho (el blanco) era el que se representaba en el amuleto que muchos conocemos, también se le llamaba el Ojo de Re, el ojo del sol se asociaba con el verano, época en las que se hacían las ofrendas, así se les daría poder a los nuevos amuletos, momento cuando estaba en su mayor resplandor.
Del ojo derecho Hathor, dio poder a su espejo mágico, donde veía el futuro por una cara y por la otra, la verdadera personalidad de la persona que preguntaba.
Seth hirió el ojo izquierdo de Horus, durante una gran lucha en el desierto, la Diosa Hathor sanó su vista, con leche de gacela.
El Ojo de Horus el derecho (el sol), se realizaba en oro, plata o también en lapislázuli o porcelana azul, amuleto para evitar los mal de ojo.
El izquierdo (La luna), se realizaba con hematites o jaspe rojo (piedra sagrada de Isis) o cornalina, normalmente se colocaba encima de las momias para asegurar el camino al mas allá, viaje que se realizaba en la barca solar de Re.
Udjat, se utilizaba como amuleto en el antiguo Egipto para, la salud, tener suerte, curar los mal de ojo, curaciones espirituales y para dar mucha energía.
Los magos del antiguo Egipto, lo utilizaban para visualizar el futuro, método que aún hoy por hoy, utilizan muchos clarividentes para atraer su energía y poder.
A través de esta forma simbólica, los antiguos sacerdotes explicaban la fuerza de las polaridades, dándole al sol el nombre de Ojo Derecho y a la luna el de Ojo Izquierdo. Ambos representaban la eterna y vigilante atención del Padre de los Dioses hacia la humanidad, observando desde los cielos. Ahora bien, nos encontramos que siempre era un ojo por vez, ocasionalmente los dos cuando la luna y el sol se hallan en el cielo y aquí el simbolismo de la unidad es otro, basado sobre "el" y no "los" ojos. ¿Y qué es lo que se oculta detrás de esta enseñanza? El ojo lleva el nombre de un gran Maestro anterior en decenas de miles de años a los antiguos asentamientos predinásticos, él se llamaba Hor Ra y hoy lo conocemos como Horus
Y de entre sus sagradas enseñanzas dio a los hombres de aquella época, el contenido espiritual y místico a la vez que científico, del poder de la mente y el alma, concentrados en un solo punto energético del aura mental, el cual se expresa desde el centro de la frente hacia el espacio. Le llamamos Tercer Ojo y está asentado donde se ubica la glándula pineal, siendo el producto de los sentidos visuales que, al polarizarse, forman una única valencia neutra, la cual es este instrumento que todos los seres humanos tenemos, para dotar de una constante y equilibrada clarividencia a cada uno de nosotros, con el fin de utilizarla en nuestra vida. El Uchat, llamado así por los sacerdotes de los antiguos templos, es también una medida de peso, ya que cada una de las fracciones en las que se divide al dibujarse, representa la unidad de volumen para medir los granos, llamada hekat.
De la tradición extraemos el conocimiento de que en los grandes trances iniciáticos, los sacerdotes y sacerdotisas pintaban el Ojo de Horus sobre su frente con los colores rojo, verde, dorado, azul, amarillo y negro, componiendo así una sinfonía cromática externa, que se unía con el canto procedente de la mente y el aliento, para vivir los grandes milagros que la mística iniciática guarda en el seno de su intimidad. Las mujeres pintaban el ojo correspondiente a la luna y los hombre el ojo derecho correspondiente al sol. Pocos templos quedan hoy que hayan sido dedicados totalmente a la veneración de este símbolo sagrado, los cuales basaban la práctica espiritual en el despertar del Tercer Ojo, logrando trasladar de la ensoñación semiconsciente de la mente dormida del adepto, hacia una supraconsciencia, capaz de taladrar mediante el dominio de su único ojo, los mismos basamentos sobre los cuales los universos se han fundado. La alquimia astral, Ciencia que nos enseña acerca de esta expansión del poder del alma manifestado en la carne, nos ha dado pautas mediante las cuales es posible observar el Tercer Ojo de los seres humanos, y esta práctica demuestra que son muchas las fases que recorre el ojo a través de su colorido tránsito en busca del oro solar, el oro superior. Todos somos alquimistas, el punto está en llegar a poner en práctica la sagrada fórmula que nos permita la transformación.
De la tradición extraemos el conocimiento de que en los grandes trances iniciáticos, los sacerdotes y sacerdotisas pintaban el Ojo de Horus sobre su frente con los colores rojo, verde, dorado, azul, amarillo y negro, componiendo así una sinfonía cromática externa, que se unía con el canto procedente de la mente y el aliento, para vivir los grandes milagros que la mística iniciática guarda en el seno de su intimidad. Las mujeres pintaban el ojo correspondiente a la luna y los hombre el ojo derecho correspondiente al sol. Pocos templos quedan hoy que hayan sido dedicados totalmente a la veneración de este símbolo sagrado, los cuales basaban la práctica espiritual en el despertar del Tercer Ojo, logrando trasladar de la ensoñación semiconsciente de la mente dormida del adepto, hacia una supraconsciencia, capaz de taladrar mediante el dominio de su único ojo, los mismos basamentos sobre los cuales los universos se han fundado. La alquimia astral, Ciencia que nos enseña acerca de esta expansión del poder del alma manifestado en la carne, nos ha dado pautas mediante las cuales es posible observar el Tercer Ojo de los seres humanos, y esta práctica demuestra que son muchas las fases que recorre el ojo a través de su colorido tránsito en busca del oro solar, el oro superior. Todos somos alquimistas, el punto está en llegar a poner en práctica la sagrada fórmula que nos permita la transformación.
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