El buitre es un ave de gran envergadura que los egipcios introdujeron en su panteón divino. Ellos no pudieron pasar por alto la majestuosidad de este animal y lo llevaron a la esfera divina relacionándolo con una entidad femenina que representaba el concepto de madre. Fue asociado a las diosas Nejbet y Mut. Fue tan importante su vínculo con el Alto Egipto, que llegó a convertirse en su emblema. Como protector de reyes y príncipes, era un símbolo de la realeza.
Su visión como madre protectora está relacionado en sus costumbres carroñeras; cuando los egipcios se enterraban directamente en la arena, era el ave la que acudía a las necrópolis para alimentarse de sus cuerpos, trasladándolos al cielo. Cuando los difuntos comenzaron a inhumarse en tumbas protegidas donde el animal no podía acceder, la tradición hizo que continuara siendo representada como madre de los difuntos y después como protectora y madre del rey, siendo representada en los techos, en los relieves de los santuarios y en los laterales de los tronos reales, como protectora del rey y defensora ante genios del mal.
También el ave era una de las formas que el fallecido podía tomar para alcanzar el Más Allá porque gracias a esta transformación se le facilita el vuelo y se acrecentaba su poder.
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