lunes, 31 de octubre de 2011

EL MUNDO DE LOS MUERTOS



Si grande era el poder de los dioses y casi tanto el de sus designados, los faraones, el mundo de la muerte era, en definitiva, el que gobernaba la vida de los humanos, ya que toda la vida se orientaba a cumplir con el costoso rito del enterramiento, de la preservación del cuerpo del difunto y del acopio de los muchos bienes que debían acompañarle en su marcha hacia la vida eterna. Además de todo este cortejo de muebles, barcas rituales, imágenes del muerto, efigies de los dioses menores y mayores, alimentos, libros de oraciones y consejos, debía permanecer el cuerpo, tan intacto como se supiera hacer, porque todavía no se había llegado a abstraer la idea del "alma", y sólo se identificaba la posibilidad de la vida tras la muerte con la conservación del aspecto humano. Por ello, en los enterramientos más privilegiados, se conservaban embalsamadas por separado, junto a la momia igualmente embalsamada, las vísceras del difunto, ya que no resultaba posible, por su rápido deterioro, mantenerlas dentro del cadáver. Aquí jugaban un papel decisivo los cuatro hijos de Horus, puesto que -al igual que hacían con las entrañas de Osiris- ellos cuidaban del buen estado de las vísceras humanas y las protegían de cualquier peligro que pudiera amenazarlas. Las cuatro se repartían sus cometidos de la siguiente manera: Amsiti estaba al cuidado de la vasija que contenía el hígado; Hapi velaba por la urna en donde se encontraba el pulmón; Tuemeft vigilaba el estómago del difunto; y, finalmente, Kebsnef cuidaba del vaso en el que se conservaban los intestinos. Pero no estaban solos los cuatro hijos de Horus en estas trascendentales tareas de ultratumba, ya que Isis acompañaba a Amsiti; Neftis estaba con Hapi; Tuemeft cumplía su misión junto a Neit, la diosa de las aguas del Nilo;y Selket, divinidad del Delta y quien había criado al gran Ra, estaba con Kebsnef

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